Las crónicas de ayer dejaban mensajes muy negativos sobre nuestra sociedad y el afrontamiento de esta nueva situación de alarma. El hashtag #niñosenlacalle fue un trending topic que inundó las redes sociales e iba ligado a comentarios muy despectivos sobre la forma de actuar de madres y padres frente a la «nueva normalidad».
Es curioso como se concilian sentimientos tan contrarios y a la vez tan complementarios. Por un lado admiración, orgullo y apoyo que expresamos con aplausos a las 20:00, puntuales y comprometidos. Por otro, odio, rabia, tristeza, decepción que compartimos a través de nuestras redes sociales y en video-llamadas con familia y amigos.
Como animales sociales que somos, es fácil perderse en esta rutina que la nueva sociedad ha creado, y que estos sean nuevos objetivos en nuestro día a día. Pero desde aquí, desde nuestro equipo de profesionales sanitarios, ayer echamos en falta otro tipo de realidad a la que vemos necesario atender.
Ayer también fue un día de sensaciones y sentimientos en ellos y ellas, nuestros pequeños y pequeñas. No recibimos ningún tipo de información vía redes sociales o medios de comunicación que aludiese a sus reacciones y experiencias en la calle.
En cambio, equipos sanitarios como el nuestro si recibieron mensajes de preocupación y dudas de padres y madres tras la salida de ayer. Mensajes relacionados con los miedos, inseguridades y comportamientos consecuencia de un aislamiento del entorno de 50 días: niños y niñas que no quisieron salir de casa. Niños y niñas que demandaban volver a casa rápidamente. Niños y niñas que pedían brazos constantemente.
En definitiva, necesidades que tarde o temprano vamos a tener que empezar a visualizar y a atender. Ellos y ellas son nuestro futuro y nuestra propuesta es acompañar, sostener y crear recursos para lo que les viene. Estamos tan centrados en echar la bola al de al lado que nos cuesta ver en qué podemos mejorar o qué podemos aprender de todo esto. De forma individual. De puertas hacia dentro.
Con este panorama, el equipo terapéutico de Psicoanimal propone crear nuevos recursos terapéuticos para apoyar a familias, niños y niñas, e incluso adultos a recuperar su autonomía de forma progresiva en las salidas a la calle.
Como ya sabéis, nuestra entidad se caracteriza por combinar la profesión de la psicología, la terapia ocupacional, el trabajo social y la educación social con el apoyo de perros y caballos.
Varios estudios afirman que el aislamiento social puede afectar a las habilidades sociales, la coordinación motora general e incluso a nuestro sistema sensorial, lo que puede resultar muy arriesgado para nuestro estado del ánimo. Tras este parón por la alarma social, necesitamos ir «despertando» nuestro «yo social» paso a paso y de forma paulatina. La exposición a estímulos del entorno, personas y actividades en el exterior pueden, incluso, hasta crearnos ansiedad o rechazo.
Desde 2010, Psicoanimal lleva a cabo programas de paseo terapéutico con perros. Y ahora más que nunca, este abordaje terapéutico se hace muy necesario en los tiempos que corren.
Pasear con profesionales (sociosanitarios) y sus perros de IAA trae consigo beneficios en consonancia con las necesidades de cada familia.
Así, poder disfrutar de los estímulos que nos ofrece el entorno pero de manera prudente y progresiva puede ser una realidad.
El perro, como ayudante y motivador, promueve que la persona se centre en él y sus necesidades mientras va trabajando sobre él mismo: gestión emocional, atención, habilidades sociales y ocio y respiro entre otras cosas.
Por supuesto el retomar o comenzar estos programas dependerá de las nuevas medidas que tome el gobierno a partir del 9 de mayo.
Mientras tanto, es un hecho que las nuevas tecnologías están facilitando que podamos seguir comunicándonos. Desde luego que sin ellas este confinamiento sería infinitamente peor llevado y afectaría de forma más intensa a nuestro equilibrio. Pero también es importante mostrar su cara B: aquella que afecta de forma directa a las habilidades sociales y emocionales.
Estos nuevos nosotros necesitarán retomar sus expresiones faciales en las conversaciones sin que por medio haya un emoticono o un GIF. ¿Sabremos hacerlo? Desde luego que sí. Sabremos adaptarnos pero necesitaremos apoyo de profesionales a los que será vital aprender a pedir ayuda.
Igualmente que los profesionales tendrán que predecir estas nuevas necesidades y proponer recursos «sin pantallas» en cuánto sea posible.
Sandra Marín García - Psicóloga Sanitaria M25386. Experta en población infantojuvenil e Intervenciones Asistidas con Animales (IAA).