Las Intervenciones Asistidas con Animales (IAA) consisten en la incorporación de un animal a la sesión de intervención, puede ser terapéutica, educativa o de ocio. Dentro de estas sesiones podemos encontrar dos roles profesionales diferentes: el Interventor (profesional especializado en el colectivo con el que se va a trabajar) y el Guía (educador y facilitador para el animal que acompaña la intervención).
Cada rol tiene unas funciones necesarias y diferenciadas que garantizan la calidad de las IAA. El rol del interventor, tiene que ser desarrollado por un profesional del ámbito social, sanitario o educativo. Es el que posee los conocimientos necesarios para programar los objetivos de la intervención específica que va a desarrollar.
El rol del guía, ya sea canino o equino, ha de poseer los conocimientos necesarios sobre etología y bienestar animal. Será el encargado de formar al animal y garantizar su bienestar dentro y fuera de las sesiones. (Información sobre nuestro curso de Guía Canino en IAA al final de post).
Hoy nos queremos adentrar un poco más en este rol y su papel en la calidad de vida de sus compañeros de cuatro patas.
Una de las mayores dudas que pasa por la cabeza de un guía de IAA, sin duda, es todo lo que tiene que ver con el bienestar de su perro, ya que además de ser el compañero que le apoya en las sesiones, es parte de su familia.
El bienestar de un perro según el modelo dimensional cognitivo-emocional depende de 4 esferas: física, emocional, cognitiva y social, las cuales siempre deben ser tenidas en cuenta para conocer la salud integral de los perros. (Carlos Alfonso, Educan)
Hoy vamos a hablar de un factor que interacciona directamente con todas ellas y que además lo hace durante toda la vida de nuestro perro: su edad.
Pero: ¿de qué edad estamos hablando? ¿Se trata de la misma terminología cuando hablamos de la edad biológica o edad cronológica? O, por el contrario, ¿tendemos a hacer una división más allá e incluir la edad emocional según su grado de gestión y madurez?
Y, ¿qué pasaría con la edad mental según su desarrollo y capacidades cognitivas?
Este es un punto donde se genera uno de los mayores debates en las IAA.
¿Cómo abordamos esta cuestión? Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que los perros son seres dimensionales e integrales, donde el desarrollo evolutivo va más allá de la suma de años; y donde el papel del guía y su tutorización responsable tienen un gran protagonismo.
“La edad biológica es la que se corresponde con el estado funcional de nuestros órganos comparados con patrones estándar para una edad. Es un concepto fisiológico del estado del envejecimiento de nuestro organismo.” (Antonio López Farré y José Miguel Rodríguez-Pardo).
Una manera efectiva de medir la edad biológica es por el llamado calendario epigenético. Recientes trabajos de investigación del envejecimiento han dado nueva información que vinculan la edad a la acumulación de cambios en los cromosomas de los mamíferos a lo largo del tiempo.
Eso no quiere decir que factores externos dejen de alterar el proceso de envejecimiento. Hay también otros determinantes biológicos, que dependen, entre otras cosas, de las proteínas que producen los genes. Estos afectan cosas como la salud mental y las preferencias en cuanto al tipo de vida, que a su vez impactan en el envejecimiento y la expectativa de vida. En términos generales, el grado de metilación genética varía mucho con la edad; en la etapa inicial de la vida los cambios suceden muy rápido, y luego el ritmo de cambio baja. Hay una época en la cual estas modificaciones son mucho menores, hasta lo que es normalmente el principio del envejecimiento. (Dr. Trey Ideker, Universidad de California en San Diego: «el envejecimiento a nivel celular de los perros»)
La edad cronológica, sin embargo, no se puede modificar, parte de la fecha de nacimiento de nuestro perro ya viene identificada por su cartilla sanitaria de vacunaciones regulada en el momento de implantación del chip y su registro en la comunidad pertinente. O, en el caso de un perro adoptado, a través de la información que podamos recopilar de su pasado y la estimación que pueda hacer nuestro veterinario.
Las mayores cuestiones parten de cuando iniciar a nuestro perro en la introducción a las sesiones de terapia, así como cuando comenzar su formación.
Muchos profesionales hablan del grado de madurez emocional y tienen en cuenta qué es capaz o no de gestionar el perro para tener un desarrollo sano y equilibrado. Otros se basan en la edad cronológica y pautan una edad de entrada a las IAA y un proceso estándar dónde incluir al perro y desde el cual retirarle según se llega a una edad de corte.
Todo este debate es de vital importancia para crear una regularización entre entidades sobre estas cuestiones. A día de hoy no existe, por lo que sería necesario, un protocolo oficial y compartido, pero a la vez cauteloso y en continua actualización según los avances en el estudio de la teología y educación animal.
Desde nuestra experiencia y la visión de Psicoanimal vamos a contar nuestra filosofía y nuestro modo de encontrar un equilibrio entre la formación, la naturalidad y el equilibrio emocional de nuestros perros.
Con nuestro hashtag #somosdecolores, nuestro fomento de la inclusión y nuestra preocupación por el bienestar animal, serán las premisas en todo el proceso de selección de un perro para las IAA y por supuesto en su formación dentro de la entidad. A su vez es importante recalcar que todos nuestros perros son de familia y viven con sus guías desde el minuto uno que entraron en sus vidas.
En este artículo os queremos acercar la experiencia de cuatro de nuestras compañeras. Vamos a centrarnos en la experiencia y testimonio de dos de nuestros binomios más benjaminespor un lado Rocío y Alma y por otro, Guadalupe y Kika.
Rocío y Alma empezaron a formar binomio en el ámbito de las IAA recientemente, pero llevan siendo equipo desde mucho antes de que su proceso de formación comenzara.
Para Rocío es muy importante el modo de vida de sus perros desde que llegan a su familia. Sobre todo, es vital contar con un perro modelo o sensei: la posibilidad de aprender de otro de nuestros perros de intervención. Algo que tomamos desde la metodología DO AS I DO, pero aplicándolo a nuestras sesiones y a la imitación, en este caso, de la figura del perro, en compañía de su guía.
Do as I do se basa en el aprendizaje social del perro, así la capacidad de imitación específica, bien conocida, se extrapola a una capacidad de imitación heteroespecífica, a una imitación del hombre. Aparentemente muy simple, el propietario realiza una acción y el perro lo imita. (Claudia Fugazza)
Rocío tiene otros cuatro perros en casa y esto ha posibilitado que Alma haya vivido las salidas y entradas de casa de sus compañeros perrunos cuando tenían una terapia. Y algo que consideramos muy importante, la impregnación de la información sensorial que portaban sus compañeros a la vuelta a casa.
A través del olor, sobre todo, y el tacto los perros comparten códigos de comunicación, no sólo de dónde y con quién han estado, sino también cómo se han sentido. Conectando a través del lenguaje los sentidos y las emociones.
A su vez, los materiales de terapia, herramientas adaptadas que podemos encontrar en sesiones, materiales de paseo, etc. han sido experimentadas desde su crecimiento como algo natural que ya formaba parte de su entorno y por lo tanto que ha ahorrado un trabajo de habituación o desensibilización, integrándose como su día a día.
Por supuesto, “como desarrollo natural ha pasado sus etapas de miedos, inseguridades y crecimiento, dando tiempo a su mente, emociones y cuerpo a asimilar y acomodar las herramientas que han pasado a formar parte de su “neceser integral” el cual llevará toda su vida consigo.”
Por lo tanto, desde los 3 a los 10 meses, simplemente se dedicó a ser perro, y el interés o foco principal se centró en que descubriera el mundo a través de todos sus sentidos, y fomentar cada uno de ellos para conocerse y conocerla como ser individual.
Todo esto se realiza a través de paseos relajantes, ejercicios de olfato básicos en casa y en el exterior, así como socialización con diferentes entornos, ruidos, texturas, personas y animales.
A partir de los 10 meses, realizamos un paso que nos encanta dar en las intervenciones y es simplemente acompañarnos en paseos individualizados con otro perro de su grupo social a nuestras sesiones individuales, donde empiezan a naturalizar ruidos, ver interacciones controladas del otro perro con su guía, interventor y usuario. Y, paso a paso, cuando ella lo demandaba introducirla en la sesión como un refuerzo positivo, siempre con contenido social y lúdico.
Esto se puede realizar con ejercicios de espera dónde mientras tanto ella tenga su Kong o alfombra olfativa y venga dada por el usuario que está realizando la terapia, así como caricias espontáneas en momentos adecuados guiadas por el Interventor.
Alma ya estaba lista, pero nos tocó parar a todos este 2020, el cual, nos sirvió para fomentar la calma y trabajar otro tipo de situaciones de gestión emocional, como ha sido la soledad, y aprender a tener sus propios espacios privados dónde el no hacer también puede ser positivo.
Tras esto hemos comenzado un proceso de transición a nuestros grupos de terapia, primero como acompañante en observación y poco a poco participando en actividades reforzando su presencia y vínculo con los usuarios.
Actualmente con 15 meses consideramos que continúa formándose, no creemos en el perro polivalente, y aún no hemos podido experimentar las sensaciones o respuestas con todos nuestros colectivos, por lo que paso a paso, iremos trabajando la adaptación en distintos tipos de sesiones y dándole la posibilidad de comunicarnos siempre con apoyo, con quién querrá trabajar y dónde le gusta más o se siente más cómoda.
La palabra que describe a este binomio es la escucha, dentro de la comunicación considerándola como una parte esencial en todo este proceso. No solo por parte de la guía, en este caso una servidora, sino por parte también de Alma. “Ya que, si damos por hecho respuestas, sin haber escuchado nunca sabremos cómo de verdad se está formando la cara interna de nuestro perro.”
La llegada a casa de Kika se aceleró por diversos motivos, entrando a formar parte de la familia en plena etapa de transición, donde la interacción y relación con su madre y hermanos hubiera sido el escenario más favorable para un desarrollo óptimo.
Durante las primeras semanas, el objetivo principal era la creación de un vínculo de referencia, así como de espacios de seguridad y protección, es decir, crear un sentimiento de hogar y pertenencia al grupo. Todo esto se realiza proporcionando un escenario de interacción y estimulación lo más parecido al que podría haber experimentado estando con su madre y hermanos. La adecuación y preparación de la llegada al hogar de un nuevo perro tiene que adaptarse a las necesidades y etapa de desarrollo en la que se encuentre.
En resumen, las primeras semanas nuestro objetivo principal era crear un espacio tranquilo y cómodo donde poder descansar y respetar sus tiempos de sueño. La compañía, nuestra mejor aliada, pasar tiempo juntas, ser su figura de refugio, esperarla pacientemente cuando me seguía por toda la casa, nuestros primeros juegos juntas. Cada día íbamos descubriendo un lugar nuevo de la casa, con comida rica escondida para que fuera un reto motivante y siempre juntas.
Un cachorro necesita tiempo, es algo que hay que tener en cuenta al tomar esta decisión, elegir un momento de tu vida en el que puedas dejar de lado algunas cosas durante un tiempo mientras se lo dedicas a tu cachorro. Tras estas primeras semanas, empezó el trabajo real como binomio. Sí, el trabajo como guía o tutor de un perro de familia, que quizás algún día ser perro de intervención.
¿Por qué decimos que será ella la que lo decidirá?
Porque en estos primeros meses es cuando a través de su exploración e interacción con el medio, humanos y otros animales formará su propia “perronalidad” y su manera peculiar individual de relacionarse con su entorno.
Nuestro trabajo se focaliza en un desarrollo equilibrado y saludable a través de las cuatro dimensiones de bienestar animal que mencionamos con anterioridad.
La pieza clave para acompañar este desarrollo de cachorro a perro joven es respetar los tiempos y espacios de aprendizaje que nos vaya marcando.
¿Cómo sabemos cuáles son esos tiempos y espacios?
La respuesta parece fácil, la dificultad viene implícita en un cambio de mentalidad del educador, guía o tutor. Implica dejar de ver a tu perro como un concepto generalizado de la imagen de un perro y conocer su individualidad.
Esta es la piedra angular que debe acompañar a cualquier guía o tutor a lo largo de todas las etapas de la vida de su perro. Es decir, conocer y comprender a tu perro. Por muchos conocimientos sobre educación y etología canina que tengamos o por muchas experiencias acumuladas que tengamos con otros perros.
Es necesario y vital, en esta etapa del desarrollo de la “perronalidad”, acompañarlos en este proceso de descubrimiento, autodescubrimiento y, lo más importante, descubrirlos a ellos en esencia.
La mejor forma de conocer y aprender es mediante una comunicación fluida y eficaz, observar la manera individual que tiene nuestro perro de lanzar esas señales que nos alertan de cómo está, cómo se siente y que nos está queriendo comunicar. Es necesario saber interpretar cada señal comunicativa en su contexto para poder entender a nuestro perro.
En la clasificación de Carlos Alfonso podemos encontrar las señales sociales intencionadas y las no intencionadas, y ambas nos proporcionan mucha información en nuestro día a día. Dentro de las señales sociales intencionadas encontramos las señales afirmativas y las agonísticas, estas nos guiarán en cada interacción directa con nuestro cachorro.
Hay infinidad de señales distintas y muchas de ellas se pueden clasificar en varias categorías, aquí es donde entra en juego la observación y discriminación de las señales que lanza nuestro perro en cada situación y que emoción les acompaña.
“Primera parte superada, ya sabemos identificar las señales de Kika, empezamos a comprenderla “
Comenzamos con la segunda parte de esta etapa: ahora es ella la que nos tiene que entender a través de un código de comunicación sencillo, dotado de valor emocional y útil. Este código nos ayudará a potenciar la capacidad del perro de escucharnos, de entendernos y sentir nuestro apoyo social.
Completada esta fase generamos ese sentimiento de apoyo social que nos permitirá crear nuestros espacios de aprendizaje.
¿Por qué y para qué crear espacios de aprendizaje en este momento?
Porque la convivencia requiere de unas pautas y normas para una correcta armonía y garantizar la calidad y bienestar de todos los miembros del núcleo familiar o de convivencia.
Como hemos comentado con anterioridad, Kika se encuentra en pleno desarrollo de su perronalidad, exploración e interacción con el medio que les rodea; creando las rutas mentales que le acompañarán como patrón o guion a lo largo de su vida.
Es nuestra labor como guías enseñarle unas normas, pautas y herramientas que potencien rutas de acción adecuadas a la situación, desde la gestión y control emocional.
Esta es la fase en la que nos encontramos actualmente con Kika, a punto de cumplir los 10 meses, creando espacios de aprendizaje estables, predecibles y sobre todo motivadores. ¿Cómo? A través de espacios de juego y de calma, trabajando la transición entre el “hacer” y el “no hacer”.
¿Qué ejemplos de ejercicios podemos hacer?
Por ejemplo, aprender a asociar un espacio como una mantita o trasportín con la calma para poder trasladarlo en el futuro a sesión, o incluso puede realizarse con nuestro propio cuerpo y contacto.
Otro ejercicio sencillo asociado con el juego es fomentar y crear momentos lúdicos compartidos con una trenza o un juguete especial, dónde creando nuestro lenguaje común Kika aprenda a buscarnos, a pedirnos jugar e interaccionar de forma libre con nosotros.
Dando a Kika la oportunidad de desarrollarse como ente individual, disfrutando con cada paso de este camino y, ¿quién sabe?, quizás dentro de unos meses siga los pasos de su amiga Alma.
“Eso lo tendrá que mostrar ella y nosotros la seguiremos, adaptándonos siempre a su ritmo.”